Aún recuerdo aquel día en que por primera vez entendí que el señor que tocaba la guitarra podía extraer de ella los sonidos que él quería... me parecía cosa de magia.
Desde aquel día, disfrutar de la capacidad de crear ritmos y melodías, y sobre todo poder guiar a otros en su camino de adquirir y desarrollar ese conocimiento han sido para mi una absoluta vocación.